PABELLÓN EN EL CAMPO FERIAL DE LIMA

MOREY Raúl
1949
IDENTIDAD

NOMBRE ACTUAL:

NOMBRE ANTERIOR:
PABELLÓN EN EL CAMPO FERIAL DE LIMA

PROPIETARIO:
Estado

DIRECCIÓN:
Av. Salaverry esquina con Av. 28 de Julio, Campo de Marte

DISTRITO:
Jesús María

CIUDAD:
Lima

LINK A GOOGLE MAPS:

ÁREA DEL TERRENO:

ÁREA CONSTRUIDA:

ARQUITECTO(S):
MOREY Raúl

AÑO(S):
1949

FILIACIÓN CULTURAL:
Moderno

USO:
Cultural

ESTADO DE PROTECCIÓN:
No cuenta con estado de protección

DESCRIPCIÓN

“La celebración de una feria brinda a los arquitectos la oportunidad de poner en práctica ideas experimentales que sería aventurado aplicar a construcciones de carácter permanente. No se requiere en esta arquitectura transitoria emplear la cautela, la prudencia que es necesaria poner en el proyecto destinada a prestar servicios durante un largo período. De allí la utilidad de una labor de creación mucha más libre que la que usualmente realizan las proyectistas. 

Por ello las ferias y exposiciones siempre contribuyen en algo al avance de la arquitectura y acostumbran al observador a la asimilación de nuevas formas y métodos. El campo ferial de Lima ha servido, pues, de laboratorio experimental y de su construcción podemos sacar útiles experiencias, negativas y positivas. 

En primer término debemos reafirmar la improcedencia de la utilización de parques públicos, ya elaborados, para estos fines. Los terrenos que se seleccionen en el futuro para una nueva feria deben ser áreas baldías que se desee rehabilitar a desarrollar para su uso posterior. No hay ciudad que no tenga enquistada alguna zona cercana que por deficiencia de la titulación, o por haberse hecho accesible por alguna obra de envergadura requiera ser embellecida e incorporada al acervo urbano. En Lima tenemos, por ejemplo, a la salida del Puente del Ejército, verdaderos muladares a menos de dos kilómetros de la zona de mayor valor arancelaria. La feria ha podido incorporar definitivamente ese sector, para convertirlo posteriormente en campos deportivos o en terrenos de atracciones permanentes.

Los pabellones de reparticiones del Estado y entidades fiscalizadas deben proyectarse, en ferias futuras, con miras a su uso posterior para fines definitivos. Supongamos, por ejemplo, que un campo ferial se destine, para su conversión ulterior a una gran Unidad Vecinal. Los edificios a los que nos referimos podrían convertirse más tarde en los inmuebles complementarios destinados a iglesia, cinema, tiendas, mercados, escuelas y pabellones deportivos. De esa manera, habiéndose habilitado la tierra y estando dotada de conexiones de servicios públicos sólo faltaría la construcción de las viviendas mismas para incorporar a la metrópoli una nueva y floreciente comunidad. Entonces solo los pequeños pabellones de índole comercial, cuya inversión tiene un rescate publicitario, serían desarmados al terminarse la feria. 

La existencia de un plan general, realizado por buenos profesionales cuya autoridad sea sentida de principio a fin es condición indispensable para obtener óptimos resultados. Es absurdo encargar la concepción arquitectónica y urbanística a aficionados inexpertos que dan a las obras caracteres a menudo grotescos que desdicen de la cultura artística del país. Sería imposible encontrar un paciente que buscara para hacerse operar a un simple amateur del bisturí. Sin embargo es caso corriente entre nosotros que para las obras de creación arquitectónica que requieren mayor ingenio y preparación se solicite a cualquier persona audaz e inconsciente, que obligue al público a soportar su mal gusto. Es un hecho notorio que en la feria de octubre la docena de pabellones concebidos por arquitectos se destacan nítidamente sobre la labor de los aficionados. 

Así como nadie aceptaría que la cirugía peruana fuera demostrada por curanderos, el país debe rechazar la suplantación de los arquitectos por dibujantes improvisados.

Es siempre útil reunir en una muestra todos los aspectos de la actividad de un país. Pero debe existir un comando único en el planeamiento, encargado a un arquitecto competente, provisto de los poderes necesarios. Para no convertir el control de las construcciones en una penosa labor policial. Es indispensable que quienes las proyecten sean especialistas, obteniéndose dentro de la variedad tan necesaria para romper la monotonía, una cierta unidad técnica que está presente en las competencias armoniosas. En el aspecto de construcción se ha demostrado la posibilidad de emplear en nuestro suave clima costeño, materiales aparentemente débiles. El bambú, la estera, el vidrio nacional han sido profusamente utilizados. Y en algunos casos, como en el Pabellón de D’Onofrio se ha obtenido atrayentes efectos estructurales.

En conclusión, condenamos la utilización de parques públicos para construir campos feriales, pero creemos en la conveniencia de realizar periódicamente expansiones, incorporando y saneando zonas baldías, susceptibles de ser destinadas posteriormente a otros fines. Pero, por otro lado, juzgamos útil la experiencia de construir pabellones y stands, poniendo de lado los temores que inspira una arquitectura permanente, cautelosamente concebida. 

Esperamos que, terminada la expansión, la Corporación Nacional de Turismo proceda a la restitución del Campo de Marte a su verdadera finalidad.

 

Fuente: REVISTA: Experiencia Arquitectónica obtenida en la Feria de Octubre (1949). El Arquitecto Peruano, 147, 20

EVALUACIÓN

USO ACTUAL:
Destruido

ESTADO DE CONSERVACIÓN:
Destruido

SISTEMA ESTRUCTURAL:
pórticos

AMENAZA DE DESTRUCCIÓN:
No