“Este otro edificio institucional de oficinas, realizado una década después del de Reiser & Curioni, nos ubica ante la persistencia de ciertos planteos de Velarde afines con el Movimiento Moderno. Ello es singular si tenemos en cuenta que Velarde viajó a Estados Unidos a ver edificios bancarios antes de definir su proyecto.»

En primer lugar, la obra es concebida en forma autónoma y se explica en sí misma. No hay concesiones al entorno del jirón Lampa en el centro de Lima, ya fuera en su propuesta formal o volumétrica. En segundo lugar, sí podemos hablar de una adscripción al imaginario simbolista de los edificios bancarios, ratificados en la trilogía de solidez, firmeza y riqueza que son explicitadas en el tratamiento volumétrico y en la utilización de materiales lujosos cuando no sofisticados.

La solidez se manifiesta en el planteo de Velarde en lo robusto y definido de los volúmenes del edificio que comprende dos prismas superpuestos. No puede negarse una referencia historicista en la presencia de las fuertes pilastras monumentales que enmarcan una fenestración de vanos horizontales divididos por tableros rehundidos en el plano de las ventanas. El efecto de luces y sombras que definen estas pilastras monumentales es muy fuerte y acusa el carácter de firmeza y solidez del conjunto.

El remate del cuerpo de pilastras a la altura del séptimo piso es una banda horizontal que también presenta vanos similares a los de los pisos de abajo. El volumen superior de tres pisos no presenta diferencias notorias aunque su retiro (forzado por la reglamentación urbana), genera una amplia zona de terrazas. 

No podemos soslayar que el sentido monumentalista de la obra recuerda las premisas académicas de composición, como tampoco que el aprovechamiento integral del terreno evidencia la formación «funcionalista». Esta ambigüedad se expresa entre el aire clasicista que predomina en la imagen externa y la fluida espacialidad que se logra en los ámbitos comunitarios donde, con claro sentido moderno, se articulan los medios niveles superiores y los del subsuelo.

Las plantas tipo de oficinas señalan también la racionalidad de una compacidad que lleva a localizar los núcleos de circulación vertical en los extremos del edificio. La claridad de la estructura interna ayuda a este fraccionamiento de los espacios en concordancia con las diversas funciones que plantea la actividad bancaria.”

Fuente: LIBRO: Gutiérrez, R. (2002). Héctor Velarde (pp.72-73). Lima: Editora Argentina