- VISTA FACHADA PRINCIPAL
REVISTA: Velarde, H. (1951). Una casa peruana hecha por un suizo. El Arquitecto Peruano, 172 -173, 30-32 - VISTA FACHADA LATERAL
REVISTA: Velarde, H. (1951). Una casa peruana hecha por un suizo. El Arquitecto Peruano, 172 -173, 30-32 - VISTA FACHADA POSTERIOR
REVISTA: Velarde, H. (1951). Una casa peruana hecha por un suizo. El Arquitecto Peruano, 172 -173, 30-32 - VISTA PATIO INTERIOR
REVISTA: Velarde, H. (1951). Una casa peruana hecha por un suizo. El Arquitecto Peruano, 172 -173, 30-32 - PLANTA PRIMER PISO
REVISTA: Velarde, H. (1951). Una casa peruana hecha por un suizo. El Arquitecto Peruano, 172 -173, 30-32 - CASA HOCHKOPPLER
CASA HOCHKOPPLER - FOTO ACTUAL
1950
“El suizo es el joven y distinguido arquitecto Theodor Cron y la casa es del conocido Ginecólogo Dr. Ernesto Hochkoppler. –Ubicación: Samanez Ocampo 240.
El arte fino de Cron y el buen gusto del Dr. Hochkoppler se han unido en amor y admiración por nuestra tierra, luego la han comprendido y, de ahí, el resultado: una deliciosa realización arquitectónica. Hace algún tiempo publiqué en estas acogedoras páginas un artículo titulado “Influencias del barroco en la arquitectura moderna en el Perú”, trabajito que presenté después al Congreso de Peruanidad y del cual copio el párrafo final:
“Si pensamos en la secuencia del barroco y su comunión profunda con nuestra tierra, raza y formas indígenas, lograremos, seguramente, una arquitectura nueva no de perillas, conchas y volutas, sino sencillamente más plástica que estructural, más movida que rígida, colorida, de ritmos horizontales, de juego macizo de volúmenes salientes y lisos… Creemos que así será nuestra arquitectura de mañana, internacional y peruana”.
Contemplando la casita del arquitecto Cron, creo que, quien sabe, no me he equivocado mucho; allí están nuestras paredes compactas y coloridas con tonos claros de huaco fino, nuestros pasteleros chatos y sin lluvia, nuestras ventanas moras, nuestras viviendas cúbicas de arcilla costeña, el patio y hasta el “principal”, una gracia natural y delicada en lo pintoresco y sencillo de nuestra plástica, y luego, esas cigüeñas que hacen del muro principal un cuadro de luz, símbolos de fecundidad y de la sabiduría del Dr. Hochkoppler, ya no son cigüeñas europeas sino fuertes alcatraces de nuestras playas mochicas, símbolos igualmente de fecundidad y riqueza, que vuelan como escapados de un friso de Chan-chan y que se zambullen en la picada de lo lindo.
Y todo tan barato. Casita peruana hecha por un suizo.”
Fuente: REVISTA: Velarde, H. (1951). Una casa peruana hecha por un suizo. El Arquitecto Peruano, 172-173, 30
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