“Esta pequeña residencia de una planta en la que el Arquitecto Villarán ha resuelto sus necesidades domésticas en forma brillante, puede considerarse como un ejemplo de lo que es aprovechamiento del terreno al máximo sin sacrificar por esto vistas, luz y ventilación.

La elevación exterior de la residencia impresiona por su simplicidad, haciéndose saltante el elemento de madera vertical, semi-transparente con que ha sido cerrado el portón de ingreso; éste encierra de una manera informal el patio de ingreso de la casa, que también sirve de cochera, y dentro del cual se encuentra la puerta principal. Solución por demás acertada dada la extensión del terreno. El planeamiento interno es simple, y los acabados de primera calidad. El ambiente principal, sala-comedor está protegido de la vista exterior por un pequeño recodo que actuando como vestíbulo comunica directamente con la cocina, evitando así el pase por ese ambiente. La sala-comedor abre directamente con todo su frente hacia el patio interior, verdadero “pulmón” de la casa y en la cual parecen estar centralizadas todas las actividades. El patio está cuidadosamente diseñado, y así, aún a pesar de su poca extensión aparece como un espacio utilizable, aún como comedor de verano. Una pequeña pileta de agua, y bien escogidas plantas dan a este patio un efecto íntimo por demás agradable.

La chimenea es sencilla, pero muy decorativa; dentro de la misma sala, pero ligeramente separada de centro principal, se halla la escalera que sube a un estudio en el segundo piso, el que abre sus ventanales hacia el interior de la casa de manera que exteriormente sólo aparece como un muro tratado con enlucido rayado. En el segundo piso, también se encuentra la zona de servicio.

El área total del terreno es de 260 m2, habiéndose construido en dos plantas, 250 m2.”

Fuente: REVISTA: Residencia de un arquitecto. (1959). El Arquitecto Peruano, 267-268-269, 41-42