UNIDAD VECINAL N°3

BELAUNDE TERRY Fernando
BENITES Juan
DAMMERT Alfredo
DORICH Luis
MORALES MACCHIAVELLO Carlos
MONTAGNE Eugenio
VALEGA Manuel
1945-1949
IDENTIDAD

NOMBRE ACTUAL:
Unidad Vecinal N°3

PROPIETARIO:
Estado

DIRECCIÓN:
Av. Oscar R. Benavides (ex Av. Colonial) esquina con Av. Universitaria

DISTRITO:
Cercado de Lima

CIUDAD:
Lima

LINK A GOOGLE MAPS:

ÁREA DEL TERRENO:
256,332 m2

ÁREA CONSTRUIDA:
47,628 m2

ARQUITECTO(S):
BELAUNDE TERRY Fernando
BENITES Juan
DAMMERT Alfredo
DORICH Luis
MORALES MACCHIAVELLO Carlos
MONTAGNE Eugenio
VALEGA Manuel

AÑO(S):
1945-1949

FILIACIÓN CULTURAL:
Moderno

USO:
Vivienda social

ESTADO DE PROTECCIÓN:
No cuenta con estado de protección

DESCRIPCIÓN

“La Unidad Vecinal N°3 con sus 1,115 viviendas, con todos los servicios de barrio para sus seis mil habitantes fue un hito. La idea había sido desarrollar una serie de 4 o 5 unidades a lo largo de la ruta al Callao, frente a la zona industrial y fue la signada con el número 3 la que encontró primero facilidades prácticas de ejecución. Las viviendas rodeaban un área central para recreación activa y pasiva y para servicios comunales, desde escuelas hasta centros de compras, cine e iglesia, comisaría y biblioteca. La circulación vehicular externa con calles ciegas de servicio logró una radical defensa del tráfico y la barrera verde del bosque frontal una eficiente protección del ruido de la avenida. El eficaz diseño urbano que logró una densidad de 200 hab. x Ha. con 88% de área libre, también fue acertado en el de los departamentos para diversos tamaños de familias y en los austeros sistemas constructivos propuestos.”

 

Fuente: REVISTA: El plan de vivienda del Gobierno Peruano. (1945). El Arquitecto Peruano, 98, 17

 

“El problema de la vivienda constituye una de las preocupaciones más hondas de los Poderes Públicos y ha sido encarado tanto por el Gobierno como por el Congreso con el profundo interés que merece un asunto de tanta trascendencia social. 

Por intermedio del Ministerio de Fomento y de la Comisión Nacional de la Vivienda se confeccionó, en los dos meses iniciales del actual régimen, un vasto plan de edificaciones domésticas inspirado en las más progresistas y humanitarias tendencias del Urbanismo moderno.

Sin tardanza se mandó ejecutar las obras de Urbanización de la Unidad Vecinal No. 3, en setiembre de 1945, y, en Mayo del año siguiente, se empezaban a elevar los edificios del proyecto más vasto en su índole jamás realizado en el Perú. No ha transcurrido un año de aquel acontecimiento y ya se encuentran en pleno desarrollo todos los edificios de la Unidad Vecinal.

Sus mil ciento doce casas -unas más avanzadas que otras pero todas en trabajo- ofrecen ya un aspecto impresionante. Su imponente Centro Comercial, próximo a terminarse, con una veintena de tiendas y un gran Mercado moderno; su compacto Centro Cívico, que comprende la Agencia Municipal, el local de Correos, el Puesto de la Guardia Civil y la Posta Sanitaria; sus dos escuelas, modelo de la más progresista arquitectura académica y su Edificio Recreacional con teatro, restaurant popular y club, obras todas en proceso simultáneo de edificación, dan una idea del gigantesco proyecto.

Y no es esto todo. Dentro del revolucionario plan hay una honrosa nota tradicional. Con la nueva ciudad surge el templo. No se ha esperado que las limosnas, en dilatado proceso, traigan, tardíamente a la Iglesia. Ella forma parte del proyecto inicial, nace y crece con él. En estos momentos se construye el techo del templo donde se bautizará a nuevas generaciones; allí se celebrarán los matrimonios y se recordará a los seres desaparecidos. Como en la Lima de Pizarro que se eleva con la catedral, el nuevo suburbio, hogar de trabajadores honrados y laboriosos se forma junto a su Iglesia, parte integrante de un proyecto que no ha hecho caso omiso de las nobles inclinaciones de nuestro pueblo.

Las casas individuales serán atractivas y decorosas. Ya podemos pasear centenares de ellas. Una gran independencia en el acceso y en los dormitorios pone atajo a la promiscuidad interna y externa. Excelentes servicios sanitarios y una ventilación generosa, que cruza transversalmente cada vivienda y que lleva el rayo de sol hasta el más apartado rincón, dan seguridad plena de que allí la tuberculosis no ganará, como en los tugurios, todas las batallas. La ventana «teatina», vergüenza de nuestra arquitectura doméstica, es reemplazada por grandes vanos, a través de los cuales se capta una enorme, intocable y subyugante perspectiva.

Y la ciudad, hogar común, con su trazado funcional, con sus redes separadas para peatones y vehículos, asegurará el bienestar y la salud de los niños. Para ellos habrá docenas de campos infantiles. Las madres de familia encontrarán en el Centro Comercial, organizado cooperativamente un sitio adecuado donde obtener provisiones y ropa. Por todo ello tal vez, con el tiempo, se dé a esta Unidad Vecinal y a cada una de las que han de seguir en Lima y Provincias el justificado nombre de «Ciudad Feliz».

Este gran esfuerzo, realizado al margen de todo propósito político, debe merecer el respaldo moral de todos los ciudadanos conscientes de un deber cívico. Del hombre modesto, porque será el beneficiario directo, viendo crecer a sus hijos sin amarguras ni taras; del hombre poderoso, porque sólo se es merecedor de conocimientos, riquezas e influencias cuando se pone esas ventajas al servicio de los demás.

Donde pruebas de la sinceridad de sus propósitos y deseando que el esfuerzo realizado se multiplique en el tiempo y en el espacio los Poderes Públicos han creado una nueva entidad, La CORPORACIÓN NACIONAL DE LA VIVIENDA, que dentro de su organización autónoma que recibe del Estado un respaldo sin interferencias, ha iniciado sus labores en manos de hombres en su gran mayoría ajenos a las contiendas políticas.

Es de esperar que este procedimiento rotundamente comprobado por la ciudadanía despierte un espíritu de cooperación general para resolver el problema de la habitación insalubre, clave de muchos de nuestros grandes males. Es de esperar que nadie conspire con informaciones tendenciosas o falsas desvirtuando el criterio público y obstaculizando las gestiones que se realizan dentro y fuera del territorio nacional para facilitar la construcción de nuevas unidades. Sí, es de esperar que nadie se cruce en el camino de un pueblo que pide techo decoroso, porque eso sería traicionar a ese pueblo en una de sus más justificadas aspiraciones. 

Los que desde las esferas gubernativa, legislativa y técnica han asumido la responsabilidad de llevar adelante la Unidad Vecinal ubicada a lo largo de la Avenida Colonial, entre Lima y La Legua, no desean incurrir en exageraciones a su favor sobre la marcha de las obras. Pero tampoco permitirán, que en innoble propósito, se falsee, en su contra la realidad. Por eso invitan al Pueblo de Lima a visitar los trabajos de edificación para que capte una idea precisa, veraz, de su volumen y trascendencia y para que vigile día a día, hasta el final ya próximo, el desarrollo de un proyecto que aspira a ser una de las más halagüeñas páginas de la historia de la familia peruana.

Fernando Belaúnde Terry.

Lima, 27 de marzo de 1947” 

 

Fuente: REVISTA: Una Obra en Marcha. (1947). El Arquitecto Peruano, 116, 23

 

“Plano general de la Unidad Vecinal N° 3. El terreno entre un área de 256,332 m2 destinada a una población entre 5,500 y 6,500 habitantes. Obsérvese la gran proporción de áreas libres que llega casi al 10 % de la superficie total. Se ha dispuesto un gran parque central en el cual están esbozados los principales edificios complementarios, a saber: Iglesia; Centro de compras que consta de 21 tiendas y mercado; Centro cívico que agrupa el servicio de correos, la policía, la posta sanitaria y la oficina administrativa; Centro recreativo que consta de Cinema- teatro, restaurante y cine comunal; Colegio fiscal para mujeres y Colegio fiscal para hombres. Véase además los jardines, las canchas para football, basket ball y volley ball así como los tres campos infantiles y el espejo de agua, anexa al centro recreativo. En torno al parque están distribuidos los edificios de 5 y 6 piezas para familias numerosas con sus terrenos de fuego extendidos y los inmuebles multifamiliares de 2, 3 y 4 piezas para familias pequeñas así como los dos edificios para solteros. Una red interna exclusivamente para peatones protege a la población infantil de los peligros del tránsito automotor rápido que solo se hace parte vía circunvalatoria. Para llegar a cada edificio por vehículo se emplean las calles clepes (culs de sacs) de circulación lenta y sin peligros. La Unidad está rodeada por plantaciones de árboles, formando un cinturón verde. Se ha colocado dos árboles por habitante.”

 

Fuente: REVISTA: ¡Y hay en Lima quienes fingen no verla! – Plano General. (1949). El Arquitecto Peruano, 146, 25

 

“El factor determinante del número de pobladores de la Unidad ha sido el escolar. Se ha considerado la educación elemental como punto de partida. Las escuelas de mayor rendimiento son para 500 niños- Se ha construido una para cada sexo, previendo una población escolar de 1,000 alumnos entre 6 y 14 años. Sobre esta base la Unidad se proyectó para una población entre 5,500 y 6,000 habitantes. Esta cifra permite también el eficiente mantenimiento del centro comercial, de la sala de espectáculos, etc.

En el Perú, antes de la construcción de la Unidad Vecinal que ha revolucionado el plano de la escuela fiscal, estábamos acostumbrados a ver patios rodeados de aulas en sus cuatro lados. Esto significaba que solo en un lado se obtenía la mejor orientación en notoria desventaja para los otros. Por ello aquí los arquitectos han logrado un plano distinto, abierto hacia el parque público para capitalizar ese espacio vital en la ventilación de las aulas, y dando a los cuerpos paralelos de 3 aulas cada uno una orientación idéntica. Se ha dispuesto un pequeño terreno cercado con malla metálica para los niños más pequeños y un gran patio de juego para los mayores. Desde la Administración se domina bien la escuela. Los servicios higiénicos están convenientemente ubicados.

La Corporación Nacional de la Vivienda alquila estos locales al Estado. ¡Qué diferencia con las viejas casonas limeñas en las que el Ministerio de Educación es todavía inquilino en los barrios antiguos!”

 

Fuente: REVISTA: Locales que revolucionan el plano de nuestra Arquitectura Escolar (1949). El Arquitecto Peruano, 146, 30

 

“El conjunto recreacional se compone de un cinema-teatro con capacidad para 900 personas; de un restaurant y de un club o centro comunal. Posee además un espejo de agua y un campo infantil en sus inmediaciones.”

 

Fuente: REVISTA: Más densidad más espacio (1949). El Arquitecto Peruano, 146, 36

 

“En una reunión rotaria celebrada hace algunos meses en la obra de la Unidad Vecinal No. 3 -esa comunidad que ha surgido vertiginosamente entre Lima y el puerto- expresé un concepto que originó cierta discusión. La historia, dije, no sólo se escribe con tinta, sino, también, con cemento, madera y ladrillos. Un interpelante espontáneo me opuso la teoría, que no llegó a contradecirme de que la historia se redacta con ideas. Me propongo describir una obra que contiene una «idea».

El programa social de toda una generación de arquitectos en diversos países se imprime, sobre el papel de la tierra con la inscripción en relieve de una arquitectura; que busca para sus ocupantes, una vida grata, alegre, feliz: una vida sin alardes de lujo, pero sin la negación de aquello que constituye la aspiración mínima de la familia, célula fundamental de la colectividad. Del esfuerzo por lograr este objetivo surgió, tempranamente, la «ciudad jardín» inglesa, perfeccionándose, más tarde, en los pueblos «Greenbelt» de los Estados Unidos y en la «Unidad Vecinal» de Lima.

El hombre, la familia. He ahí los puntos de partida de todo estudio urbano. El trabajo que sustenta. El esparcimiento que anima. La vida comunal que crea una conciencia cívica. La educación pública que abre a todos las «puertas del saber. El comercio que abastece de alimentos y ropa. La red circulatoria, que une los órganos vitales de la aglomeración. Y el templo, sobre todo, el templo, que pone su nota espiritual y ultraterrena para desmaterializar la fragilidad de la llegada y el dolor de la partida del hombre. He ahí algunas de las caletas imprescindibles en el trayecto que conduce a una buena concepción urbanística. Ese es, precisamente el itinerario que hemos seguido los inspiradores proyectistas y realizadores de la Unidad Vecinal No. 3.

Y ahora veamos el resultado. Se eleva una aglomeración con vida propia. La gran familia urbana está unida por los edificios complementarios donde se realizan las actividades comunes, sean de índole material o espiritual. El 88% del área es el espacio libre, dedicado al juego, al deporte y a la jardinería. El doce por ciento restante es la superficie cubierta por los inmuebles. ¡¡¡Gran derroche de espacio!!! exclamarán los que dogmatizan a la ligera. Y sin embargo, mientras que el populoso barrio limeño de Abajo el Puente posee, en formas más densas, una población, carente de parques, de 140 habitantes por hectárea, la Unidad que nos ocupa se dispone a recibir, desahogadamente a sus 200 habitantes por hectárea, en medio de jardines amplios y floridos. ¿Y a qué se debe este milagro? Simplemente, a una arquitectura compacta y racional. 

La escuela, centro de gravedad del barrio, combina la economía y la eficiencia cuando congrega a unos quinientos niños. En ambos sexos eso significa un millar de escolares entre los 6 y los 14 años. La estadística limeña nos dice que esos menores son parte integrante de una población aproximada de 5,500 personas. El planeamiento, que es dirección, debe apoyarse en sólidos y firmes principios. Este es uno de ellos: la escuela, factor determinante de la población, dos locales escolares, ejemplos de avanzada arquitectura académica, constituyen, pues, el cerebro del conjunto.

¿Y qué tamaño ha de darse a un pueblo que aspire a constituir una armoniosa unidad de habitantes? ¿Será el capricho el que lo determine? Ningún capricho es admisible en el buen planeamiento. El hombre pobre posee un medio de transporte muy económico, pero de radio de acción limitado: sus dos piernas. Ellas son el factor determinante de la superficie. Dos viajes diarios, del hogar más alejado a la escuela, con un recorrido no mayor de cuatrocientos metros en cada dirección, nos indican el área a emplearse. Fijado el número de habitantes, establecido el espacio a ocuparse, tenemos la densidad. El arquitecto se encarga de escoger el tipo de inmuebles que mejor distribuyan a esa población, dentro de ese espacio. 

Las Unidades Vecinales seguirán de cerca a las fábricas en su éxodo hacia terrenos más amplios. Sin mezclar industria y habitación se les colocará, como en el caso de la No. 3, cerca de los centros de trabajo. A ellos debe llegar el jefe de familia en un recorrido a pie, en ómnibus o en tranvía, de no más de quince minutos, evitándose el cruce innecesario de otros sectores urbanos congestionados. El hombre que sustenta el hogar puede emplear un pequeño lapso o una moderada suma de dinero en viajes cortos y rápidos al trabajo. Lo importante es que el gasto de movilidad familiar – del cuero salen las correas – sea reducido o nulo. Por eso la Unidad Vecinal pone al alcance de las personas la Iglesia, el mercado, las tiendas, las escuelas, el cinema, la posta sanitaria, la comisaría, el correo, la agencia municipal. La familia no agrega nada al gasto mínimo de transporte de su jefe y así se deshace el frágil cargo formulado a la Unidad por habérsele llevado «tan lejos» cuando el transporte cuesta «tan caro». Echando una mirada, desde esa percha movediza que es el helicóptero, hacia la Avenida Argentina, gran eje industrial, veremos que dentro de un radio de 800 metros hay centros de trabajo donde laboran, infortunadamente, más padres de familia que los que puede albergar la Unidad Vecinal.

En lo que se refiere al costo de la tierra veamos cómo en urbanismo también, la unión hace la fuerza. Una docena de hogares aislados no podrían vencer a la naturaleza y a la soledad, en medio de un potrero. Pero un millar de casas, con sus edificios complementarios, son como una división mecanizada de ejército, con sus abastecimientos y sus pertrechos. Donde se les lleve impondrán victoriosamente su ley y así en unas tierras rurales donde se pagó, hace tres años, el precio igualmente rural de 71 centavos por metro cuadrado – es decir un total de soles 213,000 – ha elevado sus carpas de ladrillo esta división, victoriosa en su batalla social contra la especulación. El precio de los trescientos mil metros cuadrados que ocupa la Unidad para 5,500 personas es lo que se habría pagado, en una zona cercana al centro, por una fracción de manzanas en descomposición. Los argumentos de los impugnadores del campo financiero se desvanecen, también, ante la realidad elocuente.

Llegando de lo general a lo particular, entremos a la casa, módulo del conjunto. La hay para el soltero, para el anciano, para la familia mínima, mediana y numerosa. El censo indica la pauta y da las proporciones. Aquí tampoco se deja actuar al capricho. En cada casa las habitaciones son independientes: se ha eliminado el cuarto-pasaje. El baño, al alcance de todos, permite el aseo constante. No hay ventana que no abra sus hojas a un amplio espacio. Los patiecitos de «luz» han sido, en este caso, obligados integrantes de una «lista negra» que excluye, justificadamente, a los elementos nocivos. Múltiples accesos dan flexibilidad e independencia y hacen posible a cada familia tener, frente a una feliz convivencia con los demás en la amplitud del barrio, un íntimo retraimiento en la santidad del hogar.

Un vehemente espíritu de solidaridad social ha inspirado esta obra y ha dado a la creación por ley que tuve el honor de fundamentar en el Parlamento, de la Corporación Nacional de la Vivienda, organismo encargado de multiplicar este esfuerzo en el tiempo y en el espacio. Las realizaciones del futuro, tal vez, exhibirán los defectos e imperfecciones, propios a todo humano empeño, que encierre este conjunto viviente de edificios. Los inmuebles, en su inevitable etapa de vejez quizás ofrezcan, junto a las nuevas construcciones ese espectáculo, que es difícil deslindar entre lo emotivo y lo ridículo, del vetusto y primitivo madeja «Ford» frente al arrogante «Sedán» de nuestros días. El observador superficial verá en su línea anticuada un alarde carnavalesco. El hombre de estudio se inclinará ante el padre del moderno vehículo motorizado. Algo similar puede ocurrirle mañana a esta nueva comunidad. Pero nadie podrá negar que es y será escuela para formar ciudadanos y que el ideario en que se inspira como antorcha que pasa de generación en generación, florecerá en el porvenir en nuevas tierras bajo novedosas y perfeccionadas formas.

Contemplando la comunidad que he descrito reafirmo el concepto expresado en aquella reunión rotaria de marras, pues una página de nuestra historia tendrá que registrar la aparición de esta ciudad risueña y en ella estará inscrita con la tinta indeleble de los materiales, esa fraternidad que, a través de los labios puede ser una palabra hueca, pero que a través de realizaciones palpables constituye para la familia modesta peruana una legítima y efectiva esperanza.”

 

Fuente: REVISTA: Belaunde Terry, F. (1949). La ciudad Risueña. El Arquitecto Peruano, 146, 40-41

EVALUACIÓN

USO ACTUAL:
Vivienda

ESTADO DE CONSERVACIÓN:
Malo

INTERVENCIONES:
Modificación

SISTEMA ESTRUCTURAL:
pórticos

AMENAZA DE DESTRUCCIÓN:
No

IMAGEN ACTUAL